
Desde un local comercial vecino, la guerrilla ecuatoriana Alfaro Vive Carajo cavó un túnel de cien metros para liberar a sus compañeros encarcelados en el Penal García Moreno en la ciudad de Quito. Un domingo 28 de Abril de 1985 a las 6:30 de la tarde lo conseguían.
Y en la madrugada del 6 de Setiembre de 1971 más de cien presos políticos tupamarus fugaban del Penal Punta Carretas en Uruguay por una excavación que unía sus celdas con una residencia del exterior, 45 metros subterráneos fueron atravesados por Raul Sendic y Pepe Mujica entre otros dirigentes del MLN Tupamarus en la fuga masiva más numerosa registrada en el Guines.
Así existen muchas más historias en las que las fugas y rescates de guerrilleros encarcelados hacía parte de las principales preocupaciones y tareas de la insurgencia latinoamericana, una forma de solidaridad efectiva con los compañeros encarcelados y un golpe profundo y espectacular a la moral del adversario. De esta tradición y en este tronco de savia insurgente se engarza la fuga del Penal de Canto Grande, a esta historia e imaginario perteneció el proyecto tupacamarista. La versión de que esta acción fue facilitada por el principal afectado, el gobierno aprista, es pues ignorante de nuestra historia y mezquina con las capacidades de cualquier fuerza política organizada y voluntariosa. No hay tarea imposible para cualquier colectivo animado fundamentalmente de voluntad, al menos siempre ha sido así y nada indica que haya dejado de serlo.
La Fuga Rescate de ese 9 de Julio de 1990 permitió 47 miembros del MRTA recuperar su libertad, fue el resultado de una tarea varias veces abandonada a medio camino y retomada a lo largo de varios años con tenacidad, como todo en la vida llena también de su propio anecdotario, hubo desertores y hubo también de aquellos que creían en la política con nobleza y compañerismo. Hubo los que fugaron del penal y luego fugaron también del MRTA; y están también principalmente los que se reincorporaron con entusiasmo a su militancia, los que permanecen en el exilio 25 años después, los que fueron abatidos luego y otros que incluso hasta hoy hacen política en sus barrios bajo diversas formas, habitan entre nosostros.
La fuga de los prisioneros fue una acción espectacular que bajaba el telón del desastroso primer gobierno de Alan García, nadie la celebró efusivamente además del MRTA pero muchísima gente más la vio con simpatía, no hace falta ser de la misma hinchada para reconocer el gol bien hecho, y al margen de todo, tal vez existe una reacción propia de nuestra naturaleza y humanidad de benevolencia con el que recupera su libertad burlando a su captor, lo cierto es que la fuga fue el tema de programas humorísticos, de ironía desde algunos editoriales, además de ser novelada surgieron también las propuestas para el guion de cine entre otras. Y es que, nuestro país puede ser prodigo en situaciones macondianas pero un túnel de varias cuadras, perpetrado desde el exterior hacia el entonces centro del penal más moderno del continente, es y fue totalmente un hecho cinematográfico, por decir poco.
Al interior del MRTA significó un aporte de cuadros, algunos reajustes de responsabilidades internas no exentos de conflictos, una revitalización importante de los ánimos combativos, pero también significó la afirmación y validación de que las acciones resonantes, los golpes en profundidad eran altamente rentables. El trabajo silencioso de hilvanar un tejido social mejor enraizado no generaba los mismos titulares que la acción audaz. La necesidad de construir mejores cimientos sociales, de abocarse a la siembra para el mediano y largo plazo no mostraba lo concreto y contundente que si traían consigo las acciones de comando. La fuga rescate consolidó una lectura llena de entusiasmo y voluntad que se tradujo que de dos se pasara a abrir hasta cinco frentes guerrilleros, los cuadros de masas empezaron a crecer en la idea que ser incorporados a una estructura interna clandestina era una suerte de promoción y reconocimiento a sus esfuerzos en el trabajo social, útil pero sin la heroicidad y leyenda de aquellos que hacían las acciones, las acciones, más acciones. Ya eran los noventas y fenómenos más complejos empezaban atisbarse en todo el planeta, no los vimos y mientras correspondían tiempos de prudencia y reorientación nosotros más bien apuramos el paso.
Será expresión de un mundo cada vez más mediático, audiovisual donde las batallas en el terreno de lo virtual a veces traen correlaciones en el mundo real, pero a su modo, muchos más están en la misma lectura del MRTA en aquellos años, muy lejos ciertamente del proyecto de política con las armas, pero muy cerca de la creencia que un buen titular, un buen presupuesto y algunos rostros bien marqueteados pueden suplir la irremplazable labor silenciosa y permanente de tejer y sembrar pueblo, conciencia, organización. Desde la derecha que quiere traerse al asesor brasileño hasta la izquierda invencible en las redes sociales se comparte la idea de que hacer política es cosa de diseñar bien una campaña, atinarle al más sonoro slogan, muchos creen prescindibles tallos y raíces y creen que todo se trata de flores y corolas.
Ciertamente es más sencillo hacer de cronista que de profeta, resulta más nítido evaluar un error con décadas de distancia. Aunque nos hayan hecho creer lo contrario, en el esmero por construir otra democracia, otro mundo posible estamos consumiéndonos varias generaciones, esta experiencia hace parte de un mismo torrente, como siempre, plagado de errores a los que estar atentos y de intentos que también debemos sentir son nuestros.
Escrito por: Roque Gonzales La Rosa.